Contaminantes emergentes: una amenaza invisible en el agua que bebemos
- INFORMATIVO DEL ABASTO
- hace 7 días
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Por Jürgen Mahlknecht
En las últimas décadas, la presencia de contaminantes emergentes en los recursos hídricos ha encendido las alertas de la comunidad científica y de organismos de salud pública en todo el mundo. Estos compuestos, que incluyen fármacos, productos de cuidado personal, pesticidas, microplásticos y disruptores endócrinos, no están regulados en la mayoría de las legislaciones ambientales, pero su persistencia y efectos acumulativos generan un creciente riesgo para la salud humana y los ecosistemas acuáticos. Se trata de una amenaza silenciosa y subestimada que requiere atención inmediata mediante investigación, regulación efectiva y una mayor conciencia social.

Una presencia global, un desafío local
A nivel internacional, múltiples estudios han detectado crecientes cantidades de contaminantes emergentes en ríos, lagos, acuíferos e incluso en el agua potable. En México, investigaciones recientes revelan que sustancias como el diclofenaco, la carbamazepina, el sulfametoxazol, el bisfenol A, nonilfenoles, así como diversos antibióticos están presentes tanto en aguas superficiales como subterráneas.
En un estudio en el Valle del Mezquital —zona de recarga artificial con aguas residuales provenientes de la Ciudad de México— se detectaron hasta 23 fármacos activos en aguas subterráneas. Adicionalmente, un análisis reciente identificó que en cuerpos de agua como los canales de Xochimilco y el río Apatlaco se superaron con creces los límites internacionales para contaminantes como triclosán, bisfenol A y el estrógeno sintético EE2. Un estudio en Delhi, India, encontró concentraciones de diclofenaco de hasta 1.3 mg/L en sistemas acuíferos, lo que subraya la gravedad de la contaminación por fármacos en aguas subterráneas. Esto es particularmente preocupante debido a la menor capacidad oxidativa del agua subterránea en comparación con el agua superficial, lo que facilita la persistencia de estos contaminantes.
Efectos en la salud humana y los ecosistemas
Uno de los aspectos más inquietantes de estos compuestos es su actividad biológica a concentraciones extremadamente bajas, a menudo en niveles de nanogramos por litro. Disruptores endócrinos como el bisfenol A y los ftalatos pueden alterar el equilibrio hormonal tanto en humanos como en fauna acuática. Se han documentado casos de cambios hormonales en peces expuestos a efluentes urbanos, así como disminución en la fertilidad y alteraciones en el comportamiento reproductivo de anfibios.

En el plano humano, existe evidencia que vincula la exposición prolongada a estas sustancias con problemas neurológicos, inmunológicos y reproductivos.
Además, el uso intensivo de antibióticos en medicina y ganadería está favoreciendo la aparición de bacterias resistentes, uno de los mayores desafíos actuales para la salud pública global, según la Organización Mundial de la Salud.
Impacto ecológico y económico
Los contaminantes emergentes no solo afectan la biodiversidad y salud humana, sino también la economía. La alteración de las cadenas tróficas acuáticas puede reducir la pesca local, y la percepción de aguas contaminadas afecta negativamente al turismo en zonas naturales. Por ejemplo, en el lago Chapala y otros cuerpos de agua en México, la percepción de contaminación ha derivado en pérdidas económicas para comunidades ribereñas que dependen de estos ecosistemas.
¿Qué podemos hacer?
Frente a este panorama, urge fomentar más investigación interdisciplinaria para detectar, cuantificar y entender los efectos de estos contaminantes. Asimismo, es necesario actualizar los marcos regulatorios para incorporar límites y mecanismos de monitoreo para sustancias emergentes. También se requiere una mejora en los sistemas de tratamiento de aguas residuales mediante tecnologías avanzadas como membranas de nanofiltración y ultrafiltración, adsorbentes basados en materiales sostenibles (biochar sintético), ozonización o proceso de oxidación avanzada.

A nivel social, debe promoverse una cultura de consumo y desecho responsable: evitar tirar medicamentos por el inodoro o la tarja, reducir el uso de plásticos y optar por productos de cuidado personal libres de sustancias nocivas son acciones al alcance de todos. Por ejemplo, se puede preferir el uso de shampoos, jabones y desodorantes etiquetados como “libres de parabenos” o “sin triclosán”, ya que estos compuestos suelen estar asociados con efectos tóxicos en organismos acuáticos.
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