Según la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica de México, al 2050, el
100% de los vehículos deben ser eléctricos, con estaciones de carga cada
5 kilómetros.
La transición energética del transporte hacia la electromovilidad es un
proceso que requiere la construcción de un ecosistema y una adecuada
gobernanza entre los diferentes niveles y relaciones de actores existentes.
La electromovilidad enfrenta incertidumbres propias de una tecnología
disruptiva. Incógnitas relativas a la evolución tecnológica, potencial
obsolescencia e indefinición acerca del patrón de crecimiento de la
demanda.
Asegurar una transición justa hacia la electromovilidad, que sea segura e
incluyente, es indispensable, pues se debe garantizar que se compartan los
beneficios sustanciales de una transición hacia una economía verde, al mismo
tiempo que se apoya a aquellos que pueden perder económicamente, ya sean
países, regiones, industrias, comunidades, trabajadores o consumidores, propuso
Pawan Mulukutla, director del Programa de Movilidad Limpia y Tecnología en
Energía del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) en
India.
El especialista enumeró los componentes que deben integrar esta transición, entre
los que destacó: permitir la participación de las partes interesadas y el diálogo
social entre sindicatos, trabajadores y empresas; permitir la inclusión de
comunidades locales y grupos demográficos subrepresentados (como las mujeres)
entre los beneficiarios de los puestos de trabajo creados en la industria de los
vehículos eléctricos; asegurar que las comunidades y el desarrollo regional
continúen prosperando en todas las áreas y garantizar que la fuerza laboral
existente no se vea afectada negativamente, en particular los trabajadores
mayores e informales, etc.
Durante su participación en el 2° Foro Nacional de Autoridades sobre Movilidad,
que tiene lugar en el marco del 24º del Encuentro Nacional de Autoridades de
Movilidad (ENAM), expuso que en India uno de cada 10 personas utiliza
autobuses, es decir, 128.6 millones de pasajeros al día.
El transporte, dijo, es responsable del 70% del consumo de diésel y 99% del
consumo de gasolina, cuando India importa el 80% del petróleo que necesita, lo
que no es recomendable, porque se pone en riesgo la seguridad energética.
Durante su exposición, advirtió que, para 2050, tan sólo en las emisiones de carga
por transporte de carretera crecerá 451% con respecto a las emisiones de 2020.
“En 2023, la India ha alcanzado un total de 2 millones de vehículos eléctricos, y la
meta es que en 2030 el 30% de los nuevos serán eléctricos”, estimó.
En el caso de México, Diana Guzmán, Subsecretaría de planeación y política
ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat),
aseguró que, según la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica, al 2050 el 100%
de los vehículos deben ser eléctricos, con estaciones de carga cada 5 kilómetros.
“El objetivo es establecer las bases y pautas sobre los requerimientos y
prioridades ambientales, técnicas, tecnológicas, financieras, legales,
institucionales y administrativas; así como promover esquemas de incentivos que
permitan posicionar a nivel nacional la movilidad eléctrica”, dijo.
En una meta más cercana, aseguró que, al 2030, el compromiso es que el 50% de
las ventas de vehículos ligeros y pesados serán eléctricos e híbridos eléctricos
conectables. Destacó el crecimiento de 24 mil 205 vehículos.
“México alista su primer proyecto para producir baterías con autos eléctricos”,
adelantó.
Por su parte, Daniela Rubio, gerente de vinculación ciudadana del Directorio de
Transporte Público Metropolitano de Chile, destacó la experiencia de la ciudad de
Santiago, donde el 28% de la flota de transporte pública es eléctrica y la
modernización del sistema es vista como una oportunidad para la incorporación a
mujeres operadoras.
“A partir del 2007 que inició el sistema integrado, sólo tres empresas tienen
mujeres, 40 mujeres, lo que en total equivalente al 0.24%; en 2017 pasaron a 599,
equivalente al 3.52%, en 2022 hay mil 188, es decir, el 7%”, destacó.
“¿Por qué debemos promover la incorporación de mujeres?”, cuestionó, “porque la
inclusión de mujeres es positiva: para las conductoras: genera autonomía
económica, formalidad laboral, igualdad salarial; para las empresas: mejora clima
laboral, mejor cumplimiento de jornada, menor accidentabilidad; para las usuarias:
mejora la percepción de servicio y seguridad, y para el sistema, la percepción
positiva del País porque contribuye a la equidad de género”.
Para Angélica Mazorra, gerente técnica de WRI México, la transición energética
del transporte hacia la electromovilidad es un proceso que requiere la construcción
de un ecosistema y una adecuada gobernanza entre los diferentes niveles y
relaciones de actores existentes.
Entre las lecciones aprendidas, dijo, está la transición energética del transporte
hacia la electromovilidad es un proceso que requiere la construcción de un
ecosistema y una adecuada gobernanza entre los diferentes niveles y relaciones
de actores existentes. Existen retos en términos de financiamiento, de
infraestructura eléctrica y baterías, cada contexto es particular (topografía, clima,
cultura de los ciudadanos); no existe fórmula perfecta. Además, existen dudas
acerca de qué tanto debe participar el gobierno para impulsar la movilidad
eléctrica.
“Existen dificultades para articular los planes de ciudades y su continuidad con la
electromovilidad. Se han generado diversos incentivos, pero la masificación de la
electromovilidad no se viabiliza a corto plazo, y esquemas energéticos favorables
a combustibles fósiles y/o energía eléctrica costosa retrasan el proceso.
Edder Velandia aseguró que no existe “una tecnología limpia”, y que la
electromovilidad no es la excepción. Añadió que se considera la posibilidad de una
mayor eficiencia energética al desestimular los combustibles fósiles, impulsar
energías renovables y reducir los costos colaterales del transporte convencional:
menores emisiones efecto invernadero, emisiones al aire en zonas
urbanas/regionales, ruido y contaminantes.
“Sin embargo, la electromovilidad por sí misma no disuelve el problema, por tanto,
se requiere el desarrollo de conceptos superiores dentro de la política pública y
cultura ciudadana como ciudades sostenibles e inteligentes y transición
energética, donde exista una apuesta por el transporte público, la micro-movilidad
y los servicios de movilidad”, indicó.
No todas las rutas son susceptibles de electrificación, pero hay otras que son
estratégicas y competitivas.
“La electromovilidad enfrenta incertidumbres propias de una tecnología disruptiva.
Incógnitas relativas a la evolución tecnológica, potencial obsolescencia,
indefinición acerca del patrón de crecimiento de la demanda. Este contexto
ocasiona un cierto grado de aversión al riesgo por parte de la banca”, dijo.
Fomentar la integración que se algo que se vuelva como planes de territorio. Si
fuera en las ciudades se debe involucrar la dinámica barrial. Involucramiento en
los procesos de implementación y planeación.
Jone Orbea, líder del Programa de Movilidad Eléctrica Latinoamericana y el
Caribe, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, dijo que cómo
compramos energía a largo plazo, la provisión de vehículos eléctricos, es algo
sencillo. El reto es que no hay suficiente oferta en el mercado o la diferencia con
combustión interna.
“Hay otros elementos más delicados, estamos trabajando con una tecnología
nueva, cómo negociamos las garantías, con los fabricantes, principalmente en el
extranjero, son proyectos integrales y no se nos deben olvidar ninguno de los
elementos.
“Hay qué ver qué haremos las baterías, cómo cuidar los buses para la economía
funcione y entra la analítica de datos, el reto es cómo optimizar los análisis”, dijo.
Añadió que sobre cuáles son los tipos de negocio en Chile y Colombia y
elementos comunes en los negocios que han sido exitosos, lo principal es que sea
un sistema sostenible en el tiempo, pero en vehículos eléctricos donde hay una
necesidad fuerte de inversión, se vuelve más importante.
“El éxito han sido que el Gobierno ha dicho que desde mi responsabilidad veo
cómo doy soporte al sistema, asigno subsidios y hago que los sistemas sean
sostenibles en el tiempo”.
Por Adriana Alatorre
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